GUIÓN: Andreu Martín
DIBUJO: Jacobo Navarro
COLOR: Carlos Ruano
AÑO: 2012
Nº DE PÁGINAS: 52 (+ 4 del
relato)
EDITORIAL: Panini Comics
SINOPSIS:
¡Ganador
del Primer Premio Internacional de Cómic Costa Brava! El popular escritor
Andreu Martín y el impactante artista Jacobo Navarro desvelan un relato de amor
y condenación. La muerte se avecina para Lázaro, pero éste se resiste a morir. Ruega a su mujer que lo salve y ésta accede a vender el alma de su marido para que así pueda vivir. Recurren a la Abuelaza, quien oficiará el rito. Pero nada saldrá como ambos esperan: la historia de amor eterno
que esperan vivir se transforma en un terrorífico cuento de muertos vivientes.
RESEÑA:
Ves un cómic, te acercas, en
su portada hay un cartelito muy mono donde pone “1º Premio Internacional de
Cómic Costa Brava” y te dices a ti mismo: «¡Ostia! (o “joder”, o “repámpanos”,
dependiendo de lo malhablado que sea uno), éste tiene que estar bien». Le das
la vuelta al cómic, lees en la contraportada cosas como “vender el alma”,
“terrorífico cuento” o “muertos vivientes” y algo hace tilín en tu cabeza
anticipando lo que promete ser como mínimo una lectura amena y entretenida. Lo
abres, le echas un vistazo al dibujo y compruebas que, sin llegar a
ser una maravilla, es bastante decente y cumple perfectamente con su cometido.
Ves a un cura pegando tiros, persecuciones, asesinatos, un par de tetas y una
especie de rayo energético saliendo de una boca y entrando en otra. Te dices:
«¡Ostras! (o “sapristi”, o “cáspita”), ¿me lo compro?», levantas la cabeza y
compruebas ilusionado que no estás en una tienda de cómics sino en una
biblioteca. Suenan trompetas y coros celestiales, te acercas al mostrador,
sacas tu carnet de la biblioteca, te leen los códigos de barras y regresas
raudo y veloz a tu casa (o a tu caravana, o a tu agujero infecto excavado en la
roca, dependiendo del poder adquisitivo de cada uno), atesorando tu recién
descubierta maravilla del noveno arte como si fueras el Tío Gilito con un nuevo
saco de monedas, y finalmente te sumerges en la lectura. Lamentablemente, y
como suele pasar en estos casos, cuanto mayores son las expectativas mayor
resulta la decepción si aquéllas no se cumplen.
Como ya he comentado, a
nivel gráfico no se le puede reprochar nada: el dibujo es limpio y claro, aunque
no resulta demasiado detallado, y en ningún momento se vuelve confuso o
dificulta seguir la acción. En cuanto al color cada escena está teñida de una
única gama tonal, contribuyendo así a crear la atmósfera adecuada en cada momento
según si la acción se desarrolla de día o de noche, en exterior o en interior,
etc. A mí personalmente no me acaba de convencer esta forma de colorear,
sobretodo en las escenas más luminosas donde se supone que los colores deberían
ser más vivos y variados, se me antoja un pelín demasiado monocromática, pero
esto es más que nada una cuestión de gustos.
Donde me ha parecido que el
cómic flojea más es precisamente en el apartado que debería ser más sólido: el
guión. La idea general de la historia, aunque dista mucho de ser original o
innovadora, no está del todo mal: un ser que campa a sus anchas por el mundo ocupando
para ello cuerpos de personas inocentes. El tema ya ha sido explorado no pocas
veces (así a bote pronto me vienen a la cabeza películas como “The hidden” o “Fallen”),
aunque esto no sería un gran problema en sí mismo. Por desgracia la cosa no acaba
ahí. Aparte de presentarnos personajes estereotipados y más planos que el
encefalograma de un zapato, asistimos a comportamientos y decisiones fuera de
toda lógica, que van de puta madre para llevar la historia hasta su ¿final?, pero
que si te paras a pensarlo acaban haciendo aguas por todas partes. Además durante
la lectura me daba continuamente la impresión de que los diálogos resultaban
poco naturales, incluso un poco forzados, lo que le acaba restando credibilidad y fluidez
a la trama. Tampoco se ofrece una explicación clara del por qué del asunto, o
al menos no durante el desarrollo del mismo cómic, teniendo que esperar a leer
el relato incluido al final del tomo para esclarecer un poco el origen del ocupante.
No hablaré del final abierto, porque al fin y al cabo eso es también más una cuestión
de gusto personal que de cualquier otra cosa, pero que conste que tampoco me ha
gustado.
Como ya he comentado, una vez
finalizada la lectura del cómic en sí, al final del volumen se incluye un
relato titulado “Sanctus Caraneus Saritenius” (también de Andreu Martín) que
viene a complementar la historia de “Ocupante” narrando otra historia y revelando
algunas explicaciones de lo que sucede en la trama del cómic. Ignoro si el
relato se escribió posteriormente al cómic, a modo de complemento explicativo,
o por el contrario es anterior al mismo, siendo de esta forma el inspirador original de
la historia, aunque yo más bien me decanto por esta segunda opción.
El relato en sí no está mal, aunque la parte intermedia me resultó un poco
pesada al extenderse demasiado en los pormenores de la investigación del
protagonista. A título personal yo hubiera preferido una versión más resumida
de la explicación del ocupante, pero bueno, ahí también cada uno tiene su
propio estilo de contar una historia y no me voy a poner ahora a decirle a
nadie cómo tiene que escribir, y menos siendo yo un piltrafilla principiante en estos menesteres y
el señor Andreu Martín un reputado escritor ya consagrado. También peca un poco
de lo que yo llamo “El Síndrome del Batiburrillo” (del que yo mismo sufro
ocasionalmente), es decir: coges todo lo que te mola y crees que quedaría chulo
en un relato, independientemente de que las cosas tengan o no relación entre sí, y lo vas introduciendo en la historia. De este modo nos encontramos
con el “Necronomicón” y el “De Vermis Mysteriis” relacionados un poco porque sí
con los archivos secretos del Vaticano y el “Malleus Maleficarum”. No sé, no me
acabó de convencer esta pirueta narrativa, pero a pesar de todo eso el relato me resultó
entretenido y no carece de cierto interés.
¿Qué lección me llevo
entonces de esta lectura? Básicamente ésta: que una obra haya ganado el primer
premio en un certamen internacional no implica necesariamente que tenga que gustarme. Lo tendré en cuenta en próximas visitas a bibliotecas, librerías y tiendas de cómics.
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